La Historia siempre lo recordará: Habían pasado 17 días de heroicos combates en los Barrios Orientales de Managua contra la guardia genocida del somocismo, se habían registrado ya los Repliegues a la Hacienda El Vapor, el de Ciudad Sandino a San Andrés de La Palanca y a Mateare, la Insurrección de los Barrios Occidentales y en particular en San Judas, la banda de asesinos de la guardia genocida del somocismo ejecutó las masacres de Batahola, Kilocho, El Paraisito y la Colina 110, cuando se produjo el Repliegue Táctico a Masaya el 27 de junio de 1979 en la noche.
El Estado Mayor del Frente Interno, encabezado por los Comandantes Carlos Núñez Téllez, Joaquín Cuadra Lacayo y William Ramírez Solórzano (fallecido recientemente), mandó a explicar a Combatientes Populares, a Colaboradores y población del Sector Oriental, involucrada en la Insurrección Final de Managua, en absoluto sigilo, que esa misma noche se produciría el célebre Repliegue Táctico de Managua a Masaya.
Repliegue en Sigilo
La explicación sigilosa, por parte de los cuadros revolucionarios, guerrilleros y Combatientes Populares más confiables, indicaba que faltaban armas de guerra y municiones, que la Insurrección Final ya había cumplido sus objetivos de desgastar militarmente a la tiranía somocista en la Capital, que debían salvarse las fuerzas combativas de Managua y que era indispensable fortalecer el Frente Oriental Carlos Roberto Huembes Ramírez, con la finalidad de liberar también ciudades como Granada, fortalecer la liberación de Masaya y sus poblaciones aledañas y encaminarse a asaltar los comandos de la guardia genocida en Masatepe, Diriamba, Jinotepe, etc.
A centenares de combatientes populares y Colaboradores del FSLN no les gustaba la idea del Repliegue a Masaya, porque consideraban que la guardia genocida del somocismo haría una verdadera carnicería en los Barrios Orientales y Suroccidentales de Managua, donde decenas de miles se habían insurreccionado para propiciar el derrumbe y demolición definitiva del aparato opresor de la dictadura somocista o “Estirpe Sangrienta”. Hubo desconcierto. Estos poderosos argumentos militares y de orden estratégico no convencían totalmente a los Combatientes Populares y sus Colaboradores en los sitios insurreccionados del Oriente de Managua.
Sin embargo, el Repliegue a Masaya comenzó a organizarse en el más completo sigilo desde más o menos las diez de la mañana del 27 de junio de 1979, hace 38 años. Se organizó, de manera rápida y hasta en los más últimos detalles, inclusive sobre cómo se llevarían casi un centenar de heridos que estaban alojados en los Hospitales clandestinos del Instituto Experimental México y Silvia Ferrufino Sobalbarro, ambos ubicados en el Reparto Bello Horizonte, los cuales habían sido sometidos a feroz bombardeo aéreo de la sanguinaria Guardia Somocista.
Cada combatiente y Colaborador sabía de antemano en qué columna y con qué jefe iría, ese 27 de junio, a las 6:40 pm., Inicia de forma silenciosa a Replegarse, más de seis mil personas entre Guerrilleros, Combatientes Populares, Colaboradores y población en general desarmada, incluidos niños y ancianos, en silencio sepulcral, en una noche oscura y con una llovizna leve, después de 17 días de heroicos combates en la zona Oriental de Managua, después de una lucha tensa y silenciosa para organizarlo durante el día, el Repliegue a Masaya fue organizado en tres grandes columnas: Una delantera, jefeada por Ramón “Nacho” Cabrales; otra, en la retaguardia, conducida por el Comandante Carlos Núñez Téllez (jefe del Estado Mayor del Frente Interno), y la tercera, la del centro, la más grande, enorme, dirigida por los comandantes William Ramírez Solórzano, Joaquín Cuadra Lacayo, auxiliados éstos al mismo tiempo por jefes guerrilleros como Walter Ferrety, Osvaldo Lacayo y Marcos Somarriba.
Esta organización del Repliegue en tres columnas finalizó casi a las diez de la noche. A esa hora empezamos a salir por la entonces Farmacia González, en el Noreste de la Colonia Nicarao y luego enrumbamos hacia los semáforos de Rubenia, donde había una barricada inmensa que la guardia no había podido derrumbar.
Tomamos el camino viejo a Sabana Grande, escabroso, lleno de troncos erizos como clavos, hoyos, piedras y víboras como envoltorios de plantas rastreras, y pasamos rosando las “barbas” de la guardia genocida en Baterías Hasbani, donde la GN tenía acantonado casi un batallón de soldados. La fábrica de Baterías Hasbani, propiedad del somocista Luis Hasbani, estaba donde es hoy el Barrio Pablo Úbeda, en la periferia misma del “Reparto René Schick Gutiérrez”.
Muchos llevaban consigo maletas pequeñas de ropa, mochilas con un poco de comida, leche en polvo, mucha sed por la caminata nocturna e invadidos por el miedo o pánico de encontrarse repentinamente con la guardia en esos potreros y caminos solitarios, rumbo a Masaya.
Ataques de la Guarda Genocida
Un poco después de las siete de la mañana del 28 de junio, se estaba produciendo el primer incidente militar con la guardia cuando ingresábamos a una finca de la Comarca Veracruz, ubicada del Empalme de Ticuantepe varios kilómetros al Norte. Los aviones de los guardias genocidas somocistas empezaron a sobrevolar el Repliegue un poco después de la nueve de la mañana, lo cual los obligó a permanecer acostados y sentados entre la maleza y bajo los árboles.
Al parecer, la guardia se convenció de que esta movilización popular militar insurreccional iba en ese rumbo cuando ya eran cerca de las diez de la mañana, pues ya en ese momento comenzaron los aviones a sobrevolar bajitos, rasantes, amenazantes sobre la encajonada, que conducía hacia el camino a Piedra Quemada.
Convencidos de su gesta heroica, los miles de combatientes históricos les fue imposible ocultarse por mucho tiempo ante los ataques genocidas de la Guardia Somocista, continuaron su marcha hasta llegar a su meta que era Masaya. En su paso por Piedra Quemada, a eso de las 11 de la mañana, del 28 de junio de ese año, se agudizó el bombardeo aéreo de la Guardia Nacional. Eran lanzadas a granel desde tres aviones push and pull y dos helicópteros centenares de rockett y bombas de 500 y mil libras, cuyas explosiones y charneles sobre casas y columnas de seres humanos provocaban estruendos y daños aterradores.
Aquello fue realmente un infierno. El pánico se generalizó entre los campesinos locales y los replegados, especialmente los que eran civiles, los que corrían desesperados de un lado a otro, en vez de buscar protección o perapeto entre las rocas y los troncos de los árboles en Piedra Quemada. El bombardeo feroz duró casi tres horas continuas. Durante un breve “descanso” de los pilotos somocistas de la muerte, se pudo apreciar que la mortandad posiblemente llegaba a cien y más de un centenar de heridos.
Cuando cesó un poco el bombardeo como a las dos de la tarde, el grueso de los replegados (guerrilleros y civiles) siguieron por el camino viejo a Nindirí, por donde iban cargando a los heridos y parte de los muertos en el bombardeo.
El bombardeo se reinició un poco después de la tres de la tarde, y esta vez lo concentraron en los alrededores de Nindirí, la Carretera a Masaya y La Barranca, por donde ya se movían los Combatientes Populares y los replegados, tanto sanos como heridos.
Combatientes se reorganizan en Nindirí
Ya puesto en Nindirí, se organizó nuevamente el Repliegue para que todo mundo diera una comidita ligera y a disponerse a seguir hacia la Ciudad de Masaya, la cual estaba ya tomada, mientras la pandilla de asesinos, jefeados por el general genocida Fermín Meneses Cantarero, había huido y estaba posesionada de la Fortaleza de El Coyotepe, ubicada al Este de Nindirí, y desde donde bombardeaban constantemente a los Barrios de Masaya.
La columna central del Repliegue Táctico a Masaya fue reorganizada más cuidadosamente para caminar, esta vez, por los desfiladeros profundos de la Laguna de Masaya, en el lado Noreste, con la finalidad de sortear a la guardia genocida, que estaba acantonada y súper armada en La Barranca y El Coyotepe, donde tenían instalados lanzamorteros, ametralladoras 50 y abastecimiento técnico-militar para los guardias que estaban todavía en la Fábrica de Clavos-INCA.
Fueron los momentos más peligrosos desde el punto de vista de la movilización, en silencio total, despacito, arrastrándose en los desfiladeros y piedras, tocando con las manos el sitio en que íbamos a poner los pies calzados o descalzos, en la oscuridad completa, para, finalmente, llegar a Masaya con un peso de cansancio profundo, multiplicado por el miedo a perder la vida, ante la posibilidad de recibir una ráfaga de metralla o los charneles de las bombas de 500 libras y de los rockettes lanzados desde aviones y desde las alturas de la Fortaleza de El Coyotepe, donde los asesinos y torturadores de la Guardia Nacional aún estaban posesionados de poder y fuego mortal.
El 29 de junio en la madrugada. Centenares de pobladores y combatientes de Masaya estaban esperando allí a los replegados, los cuales fueron recibidos con vítores, abrazos efusivos, acompañado todo esto con tibio y café calientes, tortillas tostaditas con cuajada y frijolitos fritos.
Por fin en Territorio Libre
Ya en Territorio Libre de asesinos. Los replegados fueron llevados por una calle tachonada de minas, debido a lo cual les decían dónde debían poner los pies. Los sitios en que había bombas estaban marcados con unos puntos blancos.
El cansancio era acentuadísimo. Aquella masa de Combatientes y pobladores civiles de Managua fueron ubicados en el Colegio La Salle y en los Barrios San Miguel y Monimbó, donde durmieron sobre tablas, troncos gruesos y en el suelo hasta las seis de la mañana, hora en que fueron formados para organizar inmediatamente los asaltos o tomas de las ciudades de Granada, Jinotepe, Diriamba, Masatepe y la misma Ciudad de Las Flores (Masaya), cuyo lado Norte estaba ocupado por bandas de asesinos y torturadores de la Guardia Nacional y de la Oficina de Seguridad de Somoza, que era lo mismo que decir “dinastía”, dictadura militar o tiranía genocida del somocismo.
Asimismo, una gran cantidad de estos Combatientes Populares de Managua llegaron a reforzar las filas combativas de Masaya, mientras la columna jefeada por el Comandante Carlos Núñez Téllez llegó hasta el mismo 29 en la tarde, debido a que tuvieron que hacer una gran vuelta por el lado Sur de la Laguna de Masaya, como yendo hacia los Pueblos Blancos o Brujos o hacia Masatepe. Para evadir a la guardia genocida en El Coyotepe, habían tomado un camino al Este de Ticuantepe, que los condujo a salir por detrás del Cerro Ventarrón y de los cráteres del Volcán Masaya.
Biografía:
* Investigación realizada del libro “20 Años cumplidos-Crónicas del Triunfo y dos Repliegues Tácticos del FSLN” y de “Repliegue Táctico a Masaya”, de Pablo E. Barreto P., periodista, editor, investigador histórico, fotógrafo, Cronista de la Capital y concejal del Frente Sandinista en Managua.